Los hechos que inspiraron la película de El Exorcista ocurrieron en
realidad en Mount Rainier (Maryland), a mediados del siglo XX y
no fue a una niña, sino a un joven de 14 llamado Robbie. Como
cualquier niño vivía tranquilamente con su familia, le gustaba
llevar a cabo sesiones de Ouija con su tía, médium, para
comunicarse con los espíritus. El 15 de enero de 1949 dan comienzo
los sucesos paranormales, se oyen ruidos, pasos. Unos días más
tarde la tía de Robbie muere inesperadamente. Aquí es donde
comienza el tormento del pobre Robbie y las sesiones de exorcismos
interminables a cargo del padre Hughes, el cual sufriría multitud de
agresiones por parte del poseído. Se manifestaban los mismos
síntomas que vienen recogidos en la película: cortes por el cuerpo
en los que se podían leer palabras (como sábado, odio), el joven
escupía en la cara a los presentes, les incitaba, se mofaba de ellos
aludiendo a relaciones sexuales entre curas y monjas y toda clase de
endemoniadas que se pueda imaginar, hasta que finalmente es encerrado
en una residencia mental, en donde se le realiza un último exorcismo
donde el poseído incitaba sexualmente a los sacerdotes, hablaría en
latín (lengua que desconocía completamente) y según los asistentes
habría adoptado una apariencia siniestra y u aspecto físico
demoníaco. Tras horas de lucha contra el demonio de su interior, el
joven Robbie puso fin a su posesión con un: “¡se ha ido!”
Al
igual que el anterior suceso, el caso que a continuación le
contaremos también inspiraron a una película, es el caso de
Anneliese Michel nacida en Baviera (Alemania) un 21 de septiembre de
1952, aunque seguramente les suene más el nombre de Emily Rose,
nombre que recibía la niña en la adaptación cinematográfica de la
historia. Como en la mayoría de posesiones, la niña llevaba una
vida no fuera de lo común, hasta que un día de 1968 empezó a notar
temblores y sentir como no era dueña de las acciones de su cuerpo.
Ante los alarmantes hechos fue llevaba a un neurólogo que le
diagnosticó epilepsia. Fue en otoño de 1970 cuando Anneliese
comenzó a ver imágenes diabólicas en su cabeza cuando rezaba, así
como escuchar voces que parecían provenir del mismo averno.
Fue
hacia el verano de 1973 cuando sus padres comenzaron a solicitar
servicios de diferentes pastores pastores para llevar a cabo el
exorcismos, sus solicitudes no fueron aceptadas porque entre los
síntomas de la niña no se podían encontrar hechos paranormales
como voces en lenguas desconocidas, ni tenía conductas
sobrenaturales. Aunque lo cierto era que Annaliesse dormía sobre el
suelo de piedra, comía insectos y bebía su propia orina, además de
romper crucifijos y auto mutilarse. Por fin en 1975 le fue practicado
el gran exorcismo, que se alargó en sesiones de dos exorcismos
semanales hasta julio del año siguiente, sin embargo la joven no se
daba desprendido de los ataques que estaban acabando con ella, hasta
el último día del rito -que fue el 30 de junio de 1976- donde la
niña se encontraba en un estado deplorable (con fiebres, neumonía y
extrema delgadez) para finalmente fallecer el día siguiente mientras
su madre la filmaba.
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